Pleno invierno, diferente país, otros aires y frecuentes cambios de temperatura. Una mezcla que tarde o temprano te tumbará en la cama para librar una batalla contra su más visible manifestación: los mocos.
Menos mal que nacimos en esta época y entendemos que moco es ese humor -líquido de un organismo vivo- que segregan las membranas mucosas, y especialmente el que fluye por la nariz, de acuerdo con el Diccionario de la Real Academia.
Pero en su primera edición, de 1734, se pensaba que el moco era un “excremento pituitoso, o superfluidad del cerebro, que sale por las ventanas de la nariz”.
En esos ayeres, excremento era cualquier materia que por “inútil y asquerosa despiden de sí los cuerpos”. Y pituitoso, lo que se parecía a la flema.
Cierto es que cuando uno anda con alergias, gripas y demás, no se puede pensar en nada, pero de ahí a que se nos seque el cerebro, por fortuna hay mucha distancia.
Fuentes: 1, 5
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